La fachada es el rostro de cada edificio y una fachada singular de piedra natural lo convierte en algo único e irrepetible.

La palabra fachada aparece por vez primera en el Renacimiento, cuando en el tratado “De re Aedificatoria” (1485) Leon Battista Alberti se refiere a un rostro privilegiado del edificio que, como si de una faz humana se tratase, tiene identidad propia dentro de un todo orgánico que es la ciudad. La Basílica de Santa María Novella, es un magnífico ejemplo de esto. Sus fachadas laterales son bastante austeras, terminadas en ladrillo, mientras que su fachada principal, la que da a la plaza (fachada terminada por Alberti en 1470) es una portada que presenta el edificio a la ciudad y organiza su relación con la misma. Como no podía ser de otra manera, su elegante y magistral diseño es llevado a cabo con materiales nobles y exquisitos, mármoles blancos y verdes.

1.	Fachada de Santa María Novella, Florencia, finalizada en 1470 por León Battista Alberti.

Fachada – Santa María Novella – Façade. Fuente / Source: Charlarte.com

Obviamente, nuestra forma de entender y hacer arquitectura ha cambiado infinitamente desde el Renacimiento. Nuestro concepto de fachada hoy en día tiene muchos más niveles de complejidad y está mucho más relacionado con el de envolvente global y multidireccional del edificio: Una piel o membrana que lo por todos lados recubre (vertical, pero también inclinada u horizontalmente) separando el espacio interior del exterior.

Sin embargo, lo que no ha cambiado en todo este tiempo es nuestra manera de percibir la ciudad y el impacto que causan en nosotros las fachadas de los edificios. Aldo Rossi hablaba en el libro “La Arquitectura de la Ciudad” (1966) del “locus de la memoria colectiva”, por el cual la ciudad es concebida como una suma de las percepciones, experiencias, imágenes y recuerdos adquiridos por sus ciudadanos. La ciudad queda dibujada en un mapa mental articulado conceptualmente por una serie de hitos, los monumentos y edificios que dejan un mayor impacto en nosotros.

En ese sentido, la imagen exterior que proyectan nuestros edificios genera una impronta que hace referencia no solo al edificio en sí, sino también a la propia ciudad, pues es parte constitutiva de la misma.

Al igual que distinguimos a las personas por sus rostros, utilizamos ese mismo mecanismo de identificación puramente visual para los edificios. Las fachadas son el límite material que nos permite conformar esa singular imagen exterior que vinculamos conceptualmente a un edificio particular.

El potencial de dicha imagen externa está al nivel de su responsabilidad. Es perfectamente natural que los arquitectos busquen una singularidad para dicha imagen exterior que quieren conferir a los edificios que proyectan. Sin embargo, se trata de un juego de seducción al que deben de jugar con infinita sensibilidad respecto al contexto que rodea al edificio y su inserción y diálogo con el entorno.

La fachada singular de piedra natural y la gran escala: ingredientes de la monumentalidad

Pirámides Keops, Kefrén y Micerinos. Fuente / Source: Bigstock

Pirámides Keops, Kefrén y Micerinos. Fuente / Source: Bigstock

Basta ver los diseños de edificios de Boullée (1728-1799) para entender que la gran escala de esas geometrías puras era en parte lo que les confería ese carácter monumental a los edificios

Cenotafio de Newton, 1784. Étienne-Louis Boullée

Cenotafio de Newton, 1784. Étienne-Louis Boullée

Si bien Boullée trabajaba con diseños utópicos que buscaban “lo sublime”, también encontramos arquitecturas construidas que han materializado esta búsqueda explícita de la monumentalidad, como es el caso de la arquitectura de Louis Kahn. Una vez más, es la pérdida de escala humana, que nos lleva a asimilarlo a un orden superior, magnífico y gigante, lo que genera esa sensación de monumentalidad.

Asamble Nacional - Bangladesh - National Assembly - Fuente / Source: Aesthetica.

Asamblea Nacional – Bangladesh – National Assembly. Fuente / Source: Aesthetica

Cuando la piedra dejó de sustentar los edificios y pasó a revestirlos

En nuestra historia más reciente, el ser humano ha dejado atrás el uso de la piedra natural como material estructural del edificio y ha puesto mucho más en valor su carácter estético, trasladando a nuestros entornos artificiales la calidez de un material natural, dotando a la superficie arquitectónica de la infinita expresividad de la cantera, algo imposible de alcanzar para un material sintético.

1929 Pabellón - Mies Van der Rohe - 1929 Pavilion - Fuente/ Source: Miesbcn.com

1929 Pabellón – Mies Van der Rohe – 1929 Pavilion – Fuente/ Source: Miesbcn.com

Sin embargo, si antiguamente hablábamos de construcciones eminentemente pesadas, donde los masivos sillares trabajaban perfectamente a compresión, hoy se busca la mayor ligereza, tanto en la estructura como en los cerramientos de los edificios. Esto entró desde el principio en conflicto directo con el uso de piedra natural, material que por defecto es pesado y frágil. Su uso cortado a modo de placa (que trabaja a flexión frente al viento) a la que se le realizan mecanizados para las fijaciones, ha encontrado muchísimas limitaciones en cuanto a formatos. Siempre se ha buscado ir al menor grosor que funcionara mecánicamente (habitualmente 3 cm), al tiempo que encontraba sus límites de tamaño en su manejabilidad por peso.

Otto Wagner (1841-1918) quiso en su edificio para la Caja de Ahorros Postal de Viena hacer un alarde de ese salto tecnológico que suponía utilizar la piedra como mero revestimiento. Para ello utilizó premeditadamente un grapado visto para las pequeñas palcas de mármol que revestían la fachada, sacando provecho de su estética. De este modo, en un alarde de sinceridad constructiva, evidenciaba con total transparencia que no era una obra de sillería, si no un mero revestimiento

Viena Post Offiec / Caja Postal de Viena (1903-1912), Otto Wagner. Fuente / Source: programm.ard.de

Viena Post Offiec / Caja Postal de Viena (1903-1912), Otto Wagner. Fuente / Source: programm.ard.de

Viena Post Office / Caja Postal de Viena (1903-1912), Otto Wagner - © Bwag/CC-BY-SA-4.0

Viena Post Office / Caja Postal de Viena (1903-1912), Otto Wagner – © Bwag/CC-BY-SA-4.0

Stonesize, rompe las barreras de la piedra como material de revestimiento

La tecnología Stonesize rompe estas barreras y limitaciones que hemos apuntado que castigan a la piedra natural cuando es usada como placas de revestimiento y dota a los arquitectos con una nueva herramienta proyectual para fachadas singulares de piedra natural. Stonesize permite el uso de paneles de piedra natural de carácter monumental en formato gigante, ultraligeros y de una grandísima resistencia. Cualquier piedra en cualquier textura puede ser concebida para una fachada ligera a una escala inimaginable anteriormente.

Piedra natural fachada singular - Stonesize - Natural stone singular façade

Stonesize abre un nuevo horizonte de posibilidades para el uso de fachadas verdaderamente singulares en piedra natural, diferenciándose de los aplacados que llevan décadas cubriendo nuestros edificios, con un rango de formatos pequeños y altamente explotados.

Fachada singular de piedra natural - Natural stone singular façade

En fachadas ventiladas, su dimensión en formato gigante no impide que se puedan instalar manualmente, ya que su peso es de 20 kg/m2, frente a los 80 kg/m2 que tenían los aplacados de 3 cm en formato pequeño.

Su carácter ligero y ultrarresistente permite que su uso sea extensivo también para todo tipo de elementos ligeros prefabricados (lamas, columnas…) o para su inclusión en construcción de fachada industrializada.

Fachada singular gran formato - Large format singular facade

¿Tienes alguna duda de la aplicación de Stonesize en fachadas? ¿quieres saber más acerca de cómo es una fachada singular de piedra natural? No dudes en contactarnos:

Eduardo Gayoso

Façade Product Manager

+34 669 447 687

egayoso@tino.es